21 septiembre 2012

Weeds: un final sin lecciones ni moralejas*


ALERTA: si aún no ha visto los dos últimos episodios de la temporada final, absténgase de leer este post.
Hace un par de horas terminé de ver Weeds. El final, ya no habrá más Weeds para nosotros. Escribo esto con la nostalgia de la despedida de alguien conocido, alguien a quién aprecias de algún modo. No es casualidad, pues la serie nos acompañó por ocho años (en mi caso menos pues llegué un par de temporadas atrasado) y entre temporada y temporada termina uno encariñándose con los personajes. Lo cual habla bien de una serie. Que los personajes estén tan bien construidos que terminen siendo reales para el espectador. Y en el caso de Weeds los que hace Mary-Lousie Parker con el personaje de Nancy Botwin es francamente asombroso.
La historia es sencilla: una madre que recién enviuda y que por primera vez tiene qué pensar de qué manera va a poner pan sobre la mesa encuentra que la única manera de hacerlo es vender marihuana. Un argumento asombrosamente sencillo que sin embargo es el génesis de un sin número de situaciones cada vez más enrevesadas que consiguió que la serie llegara a ser indispensable durante tres o cuatro temporadas. Después de eso Weeds tiene un bajón tan grande que uno piensa que sólo la ve por mera inercia, hasta llegar a la última temporada que sólo hasta el final tiene un repunte hasta llegar al último episodio que tuvimos la oportunidad de ver esta semana. Un episodio que sólo entenderán los fieles a la serie.
Comentaba en el twitter la semana pasada que sólo por los últimos diez minutos del penúltimo episodio justificó verse todos y cada uno de los 100 episodios que cumplía la serie en ese momento. Sí, aquellos diez minutos en el que Andy consigue lo que por ocho años estuvo esperando. Esa escena final en los que Nancy espera manipular a Andy tal y como hizo con las decenas de hombres que manipuló en todo ese tiempo. Esa escena en la que Nancy se queda sentada, llorando y llamando a un Andy que huía como si supiera que era lo único que podía salvarlo en ese momento.
Siete años después de esa escena es donde se ubican los acontecimientos de esta season finale de Weeds. Todos han hechos sus vidas como buenamente han podido hacerlo. Doug por fin le ha sonando el cascabel y ahora goza de los que siempre soñó; Silas esta casado con su amor de la adolescencia y tiene una adorable bebita; Shane es un desquiciado y alcohólico policía con un círculo de amigos que le urge cambiar; Nancy es la accionista principal del unas tiendas de marihuana y derivados legales por la que Starbucks ha hecho una millonaria oferta; y Andy… bueno, Andy es sencillamente feliz.
Durante casi la mitad del capítulo Nancy está buscándolo, sabe que lo necesita. Andy es EL hombre. Aquel que siempre estuvo listo a hacer lo que ella quisiera, el hombre que sin importar la embarrada que hubiera cometido, sin importar que clase de excremento tuviera encima o que pésima decisión haya tomado siempre, léase bien, siempre sabía que todo se calmaba un poco cuando él la abrazaba. Jamás le falló.  Él, que al principio no sabía por qué estaba en esa casa cuidó de la familia de su hermano que poco a poco se convirtió en su propia familia. Él, que la amó cuando se suponía que no podía hacerlo.
Pero no, Andy no era el mismo del penúltimo episodio. Ahora sabe que su marihuana, que su vicio es ella. Que no es bueno para él estar cerca de su cuñada. Que si quiere vivir feliz tiene que estar lejos de ella. Y rechaza sensatamente su propuesta.
Y poco a poco se acaba el episodio, la temporada y la serie. Su creadorasabiamente escoge un final agridulce. Nancy no acaba como todos los traficantes, con un tiro en la frente (a pesar del susto de la temporada pasada). Pero tampoco acaba con un final poco realista de un amor imposible que nadie se hubiera creído. Termina con los personajes más entrañables (¿nadie pregunta por Celia?) sentados en tres escalones, pensado, sonriendo… fumando.
Sin lecciones ni moralejas.
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