19 octubre 2006

Regresamos después de comerciales

Concibo a la publicidad como un mal necesario (aunque en algunos casos a veces puede ser muy divertida). Muchas de las cosas que consumimos (TV, radio, internet) se sostienen gracias a que hay empresas que anuncian sus productos allí y nos permiten disfrutar de contenidos en esos medios. Lo entiendo.

Pero de ahí a ponernos a ver sus logotipos en el cielo hay un trecho muy largo. Desde hace varios años hemos oído sobre la posibilidad real de que algún día alcemos los ojos hacia arriba y junto con la luna o las estrellas, que se yo, veamos anuncios publicitarios. Una extravagancia que muchos han rechazado y que imagino ha mantenido al límite los deseos de las compañías de meternos sus productos de esa manera.

A pesar de eso me llama la atención enterarme que ya se han hecho intentos tímidos por hacerlo. Acá algunos ejemplos:

  • 1993: Arnold Schwarzenegger compra un espacio en un cohete para promocionar su película "El último gran héroe"
  • 1996: Pepsi paga a Rusia para que tire una lata del refresco fuera de la estación MIR
  • 2000: Pizza Hut pone su logo en el cohete Proton y entrega la primera pizza en el espacio
  • 2002: Pepsi se plantea regalar viajes al espacio
  • 2006: Un astronauta ruso lanza una bola del golf fuera de la Estación Espacial Internacional como publicidad para el fabricante de equipos de golf Element 21.

Más información | M2M

3 comentarios:

José Manuel Hoyos dijo...

La saturación publicitaria hace que cualquier una acción tradicional pase desapercibida(más si hay poco presupuesto. Por eso, los publicistas tenemos el reto de buscar espacios cada vez más innovadores para captar la atención de nuestro target.

Peter Gallego dijo...

Eso es cierto José, la cuestión acá sería entonces si debería haber límites a esos espacios que comentas.

Gracias por la visita.

José Manuel Hoyos dijo...

Los límites, creo, vendrían siendo (en este orden) la creatividad del publicista, la voluntad del cliente y el interés del dueño del espacio