Otra vez lunes. Y para ajustar lunes de aquellos en los que amanezco con pensadera. Y para acabar de completar con un clima que no sé como harán mis paisanos pero no me acostumbro ni me acostumbraré nunca. (¿Alguien sabe en que momento se jodió el clima de Medellín?).
Menos mal recordé un ejercicio de esos que salen en revistas de índole ‘científico’ que leí alguna vez (he intentado buscar la fuente para enlazar como Dios manda pero no lo encontré) y que me ayudará a mejorar mi productividad y que con seguridad pondrá muy feliz a mi jefe:
Menos mal recordé un ejercicio de esos que salen en revistas de índole ‘científico’ que leí alguna vez (he intentado buscar la fuente para enlazar como Dios manda pero no lo encontré) y que me ayudará a mejorar mi productividad y que con seguridad pondrá muy feliz a mi jefe:
- Coger una hoja de papel y un lápiz.
- Contar el número de letras de tu primer nombre; si son más de siete, se resta dos.
- Lo mismo con el apellido.
- Multiplicar las dos cifras resultantes
- Escribir el número en la hoja y recitar esta frase en voz alta: "Señor dame fuerzas para dejar de hacer estas pendejadas y ponerme a trabajar".
- Arrugar la hoja
- Intentar encestarlo en la papelera.
La idea es que si encestas se te cumplirá el deseo... y con creces.
Yo puse la papelera al revés.
Por si las moscas.
1 comentario:
jejejejejeje...ahhh pero que levante la mano el que no ha hecho algo asi...eso es lo mas hermoso de ser adulto, esos arranques de niñez tan fuertes.
Publicar un comentario